La finca mide algo más de 2000 m2 y tiene una construcción a dos aguas, con dos estancias, los dos gallineros. Cada uno cuenta con dos salidas a sendos parques con manzanos de tres variedades.
El tiempo y la meteorología habían deteriorado mucho la instalación, que llevaba más de tres años sin funcionar.
La primavera fue larga, fría y lluviosa y el verano comenzó igual.
La finca parecía una piscina, había sido muy difícil podar y la hierba creció tanto que cuando pudimos desbrozar tenía matas que superaban el metro de altura.
Así que decidimos empezar por dentro.
Afianzamos la estructura, cubrimos una pared y montamos un gallinero dentro del que estaba en mejores condiciones . Queríamos asegurarnos de que, al tirar la fachada sur, el tejado no se movería.