Esta huerta llevaba unos veinticinco años sin cultivar. Habían crecido zarzas, espinos, escaramujos... y el ganado había pastado apisonando el terreno durante años.
En primer lugar hubo que hacer un buen desbroce. Se pasó un arado a profundidad media para arrancar tocones y raíces y airear el terreno. Se dejó expuesto a las heladas y luego se rompió más finamente con la grada.
Aún así un profundo laboreo con la mula mecánica no nos lo quita nadie. Su carácter arcilloso dificulta el trabajo. Habrán de pasar muchos años de cultivo para que recupere su textura de antaño.
Sembramos en bancales, añadiendo abono maduro del ganado extensivo de la zona, de vaca y de caballo. Y los plantones se protegen con paja para guardar el calor y la humedad. Poco a poco aumenta y se mantiene la porosidad del terreno. Y los plantones se desarrollan mejor.
